Antes de salir de Atenas me di una última vuelta. Fui a parar a un mercado y saqué algunas fotos de cosas que nunca comería en mi vida. Pero sé que a muchos les gustan. No se imaginan la cantidad de gente que había ahí adentro, parecía un boliche a las tres de la mañana.
Finalmente utilizando transporte público vine hasta Delfos, la ciudad del oráculo. Aquí venían de todas las regiones de Grecia y hasta de lugares distantes las personas pudientes para saber qué les deparaba el destino.
Lo único que hice hoy fue llegar al hotel y ordenar un poco. Es un pueblo así que no hay mucho para hacer. Sin embargo, no puedo quejarme. Esta es la vista que tengo desde el balcón de mi habitación: